La vida tiene una manera única de sacudirnos. Nos desarma y nos reconstruye, una y otra vez, mostrándonos caminos que jamás imaginamos transitar.
Las capas del crecimiento
Durante mucho tiempo pensé que superar mi divorcio había sido la experiencia más intensa de mi vida. Ese momento en que todo lo que creías seguro se desmorona, y tienes que volver a encontrarte entre los pedazos. Comenzar ese proceso de sanación en primero lugar, fue lo que me inició en todo este mundo y además me pareció entonces la prueba más fuerte que tendría que enfrentar.
Pero la vida tiene una manera curiosa de mostrarnos que siempre hay más capas por descubrir, más profundidad por explorar. Es como si se empeñara en rompernos para crecer.
Rompernos para crecer
En Japón existe un arte precioso llamado Kintsugi, donde las cerámicas rotas se reparan con oro, creando piezas aún más valiosas que las originales. Las grietas, en lugar de ocultarse, se resaltan con hilos dorados, transformando cada imperfección en parte de la belleza única de ese objeto.
Así somos nosotras también. Cada ruptura, cada crisis, cada momento que nos quiebra, se convierte en una línea dorada en nuestra historia. Las grietas de nuestra historia no nos debilitan - son los caminos que nos permiten voltear a ver y honrar nuestra sombra por donde brilla nuestra luz.
Cuando el cuerpo nos detiene
Siempre me consideré una persona activa, de esas que pueden con todo. Trabajo personal, hijos, estudiar, amigas, terapia, ejercicio - iba haciendo mi camino, procesando experiencias familiares como mi relación con mi tía (de quien heredé el nombre), creyendo que avanzaba paso a paso.
Pero la vida tenía otros planes en estos últimos años. Una piedra en la vesícula me llevó a la cama por primera vez en mi vida. Yo, que nunca había experimentado un problema de salud que me detuviera por completo, escuchando mi cuerpo pasé gran parte del 2023 y mitad del 2024 haciendo solo lo mínimo indispensable.
El punto de quiebre
Hay algo fascinante en cómo funcionan estos momentos de ruptura en nuestras vidas. Justo cuando creemos que ya hemos trabajado suficiente en nosotras mismas, que ya hemos sanado lo necesario, la vida nos presenta un nuevo desafío que nos lleva más profundo.
Es como si estas experiencias que nos "rompen" fueran en realidad portales hacia una nueva versión de nosotras mismas. Y sí, últimamente parece que vienen todas juntas, como una avalancha de crecimiento que no esperábamos, pero que está aquí para transformarnos. Esto lo veo mucho en sesiones, me expresan cosas como "me llueve sobre tupido" o "¿Cuándo va a terminar esto?".
El retorno a la vida
Hoy, mientras retomo paso a paso mi ejercicio y siento que me regresó la vida, comprendo algo que creo que es fundamental: TODO SUMA. Cada experiencia, cada momento de dolor o confusión, cada sensación de estar “perdida” - todo ha sido parte de un proceso mayor de transformación.
Lo que he aprendido
Los momentos de ruptura no son castigos, cruces o equivocaciones de alguien, son invitaciones a evolucionar
A veces necesitamos detenernos completamente para poder avanzar
El cuerpo tiene su propia sabiduría y merece ser escuchado
La sanación no es lineal - viene en capas y en espiral
Como en el Kintsugi, nuestras "grietas" nos permiten voltear a ver y honrar nuestra sombra por donde brilla nuestra luz
Un mensaje para ti
Si estás pasando por un momento difícil, si sientes que apenas sales de una cuando ya está llegando otra, respira profundo. Recuerda que estas experiencias que parecen quebrarnos son en realidad el camino hacia una versión más fuerte y sabia de nosotras mismas.
No estás retrocediendo, estás expandiéndote. No te estás rompiendo, te estás transformando. Cada grieta en tu historia puede ser una línea dorada que cuente la historia de tu fortaleza.
Y sí, todo suma. Cada lágrima, cada momento de confusión, cada día que apenas pudiste levantarte de la cama - todo está contribuyendo a tu evolución. Confía en el proceso, por más intenso que parezca.
¿Te resuena esta experiencia? Me encantaría escuchar tu historia.
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